Serv. Clín. Hosp. Alberdi

EDITORIALES:


Hay una clínica más allá de la "Klini".

Dr. Julio Miljevic

No es casual que nos remontemos a la Grecia Clásica al hablar de la palabra Clínica - La misma deriva de Klini: que significa "cama", "lecho". KliniKé por tanto, le llamaban a la práctica médica de atender a los pacientes en la cama. Kline, viene del verbo Klinein, que significa "inclinarse" e incluso "acostarse".

Pero sería un error que en el siglo XXI todavía existan quienes creen que la práctica y el arte de la Clínica se aprende, enseña y desarrolla al pie de la cama donde yace el enfermo y por añadidura, en el Hospital. En este espacio si bien aparecen otras actividades "Clínicas" como la "interconsulta" a otros servicios o las horas de atención dedicadas al consultorio, guardias u Hospital de día, todas se desarrollan dentro de los límites del Hospital.

Esta mirada, enfocada en la cama del Hospital, seguramente nos transporte a muchos de nosotros, a nuestra propia formación, primero de grado y después de posgrado, donde el "pase de sala" al pie de la cama del enfermo era la esencia misma de la formación de un clínico. En la actualidad, y en buena hora, habiendo transcurrido algo más de 100 años, ya no exponemos al paciente y su humanidad, a los juicios o gestos que los profesores y sus alumnos le propiciaban al enfermo y que más de una vez lo sumían en una profunda depresión o en crisis de pánico. Esta "ronda o pase", fue reemplazada por el "pase de problemas" en espacios alejados de los enfermos, reservados sólo para el equipo de Salud.

Claramente, esta perspectiva de la formación clínica, sólo puede sostenerse y reproducirse encriptada en la actualidad, al interior de los citados servicios, dentro de los límites del Hospital. Este enfoque se contrapone o no favorece el desarrollo de una clínica abierta y dinámica, ávida por incorporar otros saberes y vivencias que le permita brindar una mejor aproximación a los problemas de salud de la comunidad, crear intervenciones acordes y propiciar la tan necesaria, resignificación de sus prácticas y reconfiguración de su perfil.

En otras palabras, esta clínica centrada en la enfermedad, promueve una cerrazón para su propio desarrollo y contextualización, al mismo tiempo que genera un viraje más cercano a un saber específico en internación, sustentado a partir de un tecnicismo biologicista que se nutre directa e indirectamente, del desarrollo de las tecnologías en salud, las cuales parecen conjugar, para brindar "luz" a lo que la semiología infiere y por tanto, al diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, pero que paradójicamente, ingresan en un territorio de penumbras cada vez que se necesita una mirada más integral, una clínica capaz de incluir la enfermedad en un sujeto concreto y contexto determinado.

Es cierto, que la atención de la dolencia o la enfermedad en la "cama" del Hospital, no desconoce al sujeto, al enfermo y las dimensiones subjetivas y sociales que lo constituyen y que hay profesionales formados al respecto, pero el problema es que al poner en primer plano la enfermedad, focalizando en la dimensión biológica en desmedro de estas otras dimensiones, nos exige el desarrollo de una capacidad extraordinaria de abstracción y tiempo, para hacer jugar estas interrelaciones, a la hora de la toma de decisiones sobre la salud de una persona determinada. Gastón Wagner de Sousa Campos (1996-1997) afirma que: "La clínica se empobrece toda vez que ignora estas interrelaciones perdiendo, inclusive, la capacidad de resolver problemas estrictamente clínicos".

Lo que también aparece como rigurosamente cierto, es que más allá del perímetro de la cama, de los límites del servicio de internación, de las paredes del Hospital o Sanatorio, de las de un consultorio o cualquier otro espacio de atención y más importante aún, de nuestra propias creencias y conciencia, hay una clínica que pugna por interconectar cada momento, cada contexto y cada historia, para poder aproximarse a ese cuidado integral de la salud que contrasta notoriamente con la mirada parcial, fragmentante, y tantas veces iatrogénica, de enfoques centrados en los límites de una Clínica, que enfermedad mediante, sólo parecería focalizar en los límites de su propio interés.

La propuesta, la discusión si se prefiere, es una Clínica que pueda promover la interacción entre el campo y núcleo de sus saberes y responsabilidades, a partir del hecho concreto de transitar los espacios vivenciales necesarios, tendientes a nutrir una forma de hacer, sentir y pensar la clínica integrando las dimensiones subjetiva, social y biológica de sujetos concretos en territorios e historia de vida, igualmente concretos.

Se trata entonces de romper con los espejos de nuestros propios laberintos.

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